“Questa dei Coronato fu in antico una prosapia nobile genovese”
Esto lo decía hacia 1880 Raimondo Vigna, un erudito de la historia de la iglesia de Santa María di Castello, una de las más antiguas de Génova. La breve afirmación acompaña unas líneas referidas a un fraile dominico genovés, Alberto Coronato, que residió en ese convento desde 1514 hasta 1528 cuando murió víctima de una peste .
El mencionado fraile no es el único Coronato vinculado a esta iglesia. En la nave principal, justo antes del umbral de la sacristía, está la tumba de Joannis de Coronato, una losa muy desgastada. También, en la galería de un claustro exterior, junto a varias otras piedras tumbales removidas de su posición original, está la lápida de Hyeronimus Coronato, de 1550.
Por otro lado, en el inventario de epitafios en iglesias de Giscardi (siglo XVIII) figura que en Santa María di Castello también estaba la sepultura de Giacomo Coronato, 1610. Lamentablemente esta última sepultura no se localiza en la actualidad, pero su ausencia no sorprende si se consideran todas las vicisitudes que sufrió el edificio (las más recientes: borrado sistemático de lápidas nobiliarias durante la Revolución, cuartel durante la invasión napoleónica y durante el saqueo por los Saboya en 1849).
Antes de dejarlo, unas pocas líneas sobre el venerable edificio: el complejo conventual de Santa María di Castello, sobre la zona portuaria del Molo, la más vieja de Génova. Ocupa la parte alta de una colina de muy antigua ocupación, con niveles sucesivos de fortificaciones ligures, romanas y bizantinas, hasta la construcción, entre los siglos IX y X, del palacio episcopal. Según la tradición la primera iglesia habría sido fundada en 658 por el rey longobardo Ariperto, aunque el primer documento existente que la menciona data del 1049.